Toda práctica espírita es gratuita, según la orientación del principio moral del Evangelio: “Dad de gracia lo que de gracia recibisteis.”
La práctica espírita es realizada con sencillez, sin ninguna clase de culto exterior, dentro del principio cristiano que Dios debe ser adorado en espíritu y verdad.
El Espiritismo no tiene sacerdotes y no adopta ni usa en sus reuniones como tampoco en sus prácticas: altares, imágenes, andas, velas, procesiones, sacramentos, concesiones de indulgencia, vestiduras, bebidas alcohólicas o alucinógenas, incienso, tabaco, talismanes, amuletos, horóscopos, cartomancia, pirámides, cristales o cualesquiera otros objetos, rituales o formas de culto exterior.
El Espiritismo no impone sus principios. Invita a quienes están interesados en conocerlo, a que sometan sus enseñanzas al tamiz de la razón antes de aceptarlas.
La mediumnidad, que hace posible la comunicación entre los Espíritus y los hombres, es una facultad que muchas personas traen consigo al nacer, independientemente de la religión o de la directriz doctrinaria de vida que adopten.
Práctica mediúmnica espírita sólo es la ejercida en base a los principios de la Doctrina Espírita y dentro de la moral cristiana.
El Espiritismo respeta todas las religiones y doctrinas, valoriza todos los esfuerzos para la práctica del bien y trabaja en favor de la confraternización y la paz entre todos los pueblos y todos los hombres, independientemente de su raza, color, nacionalidad, creencia, nivel cultural o social. Reconoce además que “el verdadero hombre de bien es el que cumple la ley de justicia, amor y caridad en su mayor pureza”.